Aclaratoria: Este escrito no habla del suicidio como acto, sino del ejercicio de la escritura y lo que conlleva al escritor, es una metáfora del proceso creativo como fase desgastante y muchas veces cruel, donde la mente, cuerpo y espíritu se someten a un estrés punzante a la hora de convertir las ideas finalmente a palabras.
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Al borde de la noche,
el tiempo pasa y envejece los sueños.
Atrapada en un vacio absoluto, aferrada al dolor y vergüenza,
mis caminos bordean el filo de lo amargo.
Bailo gozosa en el resquicio de la cordura,
son mi navaja fracasos y decepciones
y mis venas los anhelos que destajo inclemente.
Regocijo al mancillarme,
no me doy tregua ni piedad,
maldigo (pero celebro),
la oscuridad en mi alma.
Se escurre el valor entre los dedos,
y una sonrisa insana bordea mis labios,
mientras tendones aferran sin fuerzas el lápiz,
escribo con tinta de sangre.
Maldita poeta de sombras, carnicera de sonrisas,
mi musa en penumbra se complace ante el sufrimiento.
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